Padres sabios, hijos felices
Un tema sobre el que siempre habrá tela para cortar es acerca de los hijos y su crianza. La crianza de un hijo requiere de sabiduría. Recordemos que sabiduría es saber hacer las cosas bien. Aplicado en este contexto significa saber criar a un hijo para que sea feliz en la vida.
Un tema sobre el que siempre habrá tela para cortar es acerca de los hijos y su crianza. La crianza de un hijo requiere de sabiduría. Recordemos que sabiduría es saber hacer las cosas bien. Aplicado en este contexto significa saber criar a un hijo para que sea feliz en la vida.
Recordemos que el propósito de todo ser humano en la vida es aprender a ser feliz por sí mismo. Si una persona aprende a ser feliz independientemente de lo que sucede a su alrededor, esta persona tendrá la capacidad de compartir su felicidad con otros.
¿Si soy feliz quién no querrá estar conmigo?
Una persona que comparte felicidad con otros es una persona a la que se le abrirán puertas en la vida porque ¿quién no quiere estar con alguien que es feliz? ¿quién no quiere trabajar con alguien que es feliz?
Aprender a ser feliz, o mejor dicho, aprender cualquier cosa en la vida es algo que depende exclusivamente de la persona que quiere realizar el aprendizaje. Cuando una persona se dispone a aprender lo único que otras pueden hacer para ayudarlo es darle información que le sea útil en su proceso.
Esto aplica para todos los aprendizajes, incluso los aprendizajes de los hijos. Es esta la razón por la que los padres se convierten de alguna forma en maestros de sus hijos con el objetivo de servirles como facilitadores en sus procesos de aprendizajes.
El éxito o fracaso del rol que los padres realizan es proporcional a qué tan claro tengan cuál es su verdadera función y cómo realizarla. Empezaremos por decir que el propósito de los padres, en forma general, es proporcionarle herramientas a sus hijos para que ellos puedan por sí mismos solucionar sus problemas.
De alguna forma si los padres hacen esto, estarían transfiriendo a sus hijos la responsabilidad de sus vidas. Cuando un hijo comprende que debe ser responsable de su vida, por causa y efecto, deja de ser dependiente y asume las consecuencias de sus decisiones. Esto en la teoría es fácil de entender, el problema se presenta en la práctica.
La independencia y el empoderamiento
Desde la perspectiva de cambiosinternos.com, existen dos puntos importantes y trascendentes en el rol de los padres. Estos son:
- Independencia
- Empoderamiento
Si los padres consiguen enfocarse en estos dos puntos, estarían formando hijos felices y resilientes.
En otras palabras, estarían formado hijos con capacidades psicológicas que les permitan enfrentar las diferentes adversidades que se presentan en la vida.
Los padres como adultos saben que la vida en el mundo real no es fácil. Sin embargo, un error común es proteger a sus hijos evitando que ellos desde tempranas edades vivan experiencias parecidas a las que se le van a presentar en la vida real.
Necesidad de Proteger al Hijo del Sufrimiento
Es natural que un padre sienta que debe proteger a su hijo de experiencias negativas que lo hagan sufrir. Esto se debe a que un padre tiene sentimientos positivos hacia su hijo, y por ende en base a esos sentimientos está dispuesto a hacer lo que sea para ver feliz a su hijo.
Esta es la pequeña línea delgada que cuando se traspasa puede traer caos en la vida tanto de los padres como de los hijos. Este caos se debe al hecho de no recordar que nuestros hijos, al igual que todos nosotros, vienen a la vida a aprender a ser felices por ellos mismos.
Si un padre intenta eliminarle las experiencias difíciles a su hijo, este no va a desarrollar la capacidad de ser feliz por sí mismo, sino que por el contrario, va a ser dependiente del mundo que lo rodea y cuando este mundo no sea como él quiere, sufrirá.
Cuando un hijo es bebé es fácil para un padre evitarle situaciones de sufrimiento. El problema se presenta cuando este niño crece. Cada vez va a ser más difícil para el padre impedir esas experiencias. Es normal que se le haga difícil ya que a medida que el tiempo pasa el hijo accede a escenarios que el padre no puede controlar.
Para los padres poder enseñar a sus hijos independencia y empoderamiento es necesario dar respuesta a una pregunta:
¿Hasta dónde un padre debe impedir que un hijo viva una determinada experiencia para evitarle el sufirmiento?
Ayuda y Servicio
Existen dos conceptos que si los tenemos presentes en nuestras vidas, podrán contribuir con la solución al problema. Estos conceptos son ayuda y servicio.
La Ayuda y el Servicio
La ayuda es hacer algo por alguien que él no puede hacer por sí mismo. El servicio es dar información de sabiduría que le permita a alguien resolver un determinado problema. Los padres a los hijos deben prestarle ayuda y servicio. Para hacer esto deben tener claro cuando ofrecer una y cuando ofrecer la otra.
La ayuda la debe ofrecer un padre cuando determina que su hijo no puede hacer eso que se propone por sí mismo debido a una incapacidad física. Cuando un bebé nace, él por sí no puede alimentarse, no puede bañarse, no puede limpiarse el cuerpo, etc. Es deber de los padres prestarle ayuda para que él logre satisfacer esas necesidades.
En la medida que el tiempo va pasando el hijo va ganando capacidades. Cuando el hijo ya tiene la capacidad de hacer las cosas por sí mismo, los padres deben dejar que comience a intentarlo. Dejar al hijo intentar significa que mientras él aprende va a cometer errores. En ese momento comienza a proporcionarle servicio.
Profundizando el Servicio
Recordemos que el servicio es darle información de sabiduría al hijo para que este con esa información pueda resolver sus experiencias de aprendizaje o los mal llamados “problemas”.
Desde el servicio el padre proporciona la información, da el espacio para que el hijo la ponga en práctica y permite que el hijo cometa los errores que sean necesarios para que desarrolle la habilidad.
Un padre sabio, sabe que la habilidad desarrollada termina dando a su hijo la independencia y el empoderamiento.
Esta forma de actuar del padre debe ser constante con todo lo que tenga que vivir su hijo. Si el padre logra diferenciar la ayuda del servicio, es decir, diferenciar cuando debe ayudarlo y cuando debe prestarle servicio, el padre estará actuando desde la sabiduría.
Los problemas en la práctica
Los problemas que se le presentan a los padres en la práctica es que ellos por estar cargados de sentimientos positivos hacia sus hijos, estado totalmente normal, tienden a querer estar ayudando a sus hijos.
Esto a simple vista no pareciera ser un error. El asunto es que el servicio y la ayuda producen efectos diferentes a quienes se les suministra.
Cuando una persona presta ayuda en vez de prestar servicio a alguien que si puede realizar la acción pero que su problema es que no sabe cómo hacerla, o en algunos casos, no quiere hacerla, lo que está realmente es interfiriendo en los procesos evolutivos de esa persona.
Si un hijo ya tiene la capacidad de comer solo porque su estructura física son óptimas y el padre insiste en no dejar que él lo haga porque tiene miedo, por no soportar la idea que su hijo se equivoque y se manche la ropa, se queme la boca, entre otras razones, el padre lo que realmente está haciendo es interrumpiendo o retrasando el proceso evolutivo de su hijo.
Al retrasarlo el hijo no desarrolla las capacidades y por ende se hace dependiente que otros lo ayuden. Si la conducta de los padres continúa en este error, al cabo de un tiempo su hijo no habrá desarrollado las capacidades para enfrentar la vida.
La Frustración y el Sufrimiento
El problema se presenta cuando el niño se convierte en adulto y en esta edad madura los padres esperan que, de la noche a la mañana, el hijo sea una persona responsable e independiente. Al ver que esto no sucede se frustran y comienza el sufrimiento, tanto para los padres como para el hijo.
Diferenciar la ayuda del servicio y determinar cuándo prestar una o la otra es la clave para formar hijos felices. Un hijo feliz es aquél que desarrolló las capacidades de ser independiente y estar empoderado.
Recordemos, que la independencia es cuando la persona busca valerse por sí misma y se esfuerza por lograrlo.
El empoderamiento es cuando la persona es capaz de tomar decisiones y asumir las consecuencias de las decisiones que toma.
Todas las experiencias de aprendizajes que los hijos viven les permiten desarrollar estas dos facultades. Son de alguna manera, para el hijo, el entrenamiento que la vida le proporciona y que le dará la resistencia en sucesos posteriores.
La Causa y el Efecto
En la mayoría de los casos el problema no radica en el hijo, sino en los padres que no asumieron un rol correcto. Los padres son la causa y el hijo es el efecto. Es muy común ver que el hijo más débil de una familia por lo general es el más protegido.
Lo más importante aquí es tener presente que nunca es tarde para corregir. Un padre, podrá en cualquier momento corregir el error cometido con su hijo cambiando su conducta hacia él. No importa la edad que este tenga, lo que importa es que los padres presten a su hijo el servicio o la ayuda de forma correcta.